Caracterización de cubiertas en Arquitectura
1. f. Cosa que se pone encima de otra para taparla o resguardarla. Cubierta de cama, de mesa.
7. f. Parte exterior de la techumbre de un edificio.
8. f. Cada uno de los pisos de un navío situados a diferente altura y especialmente el superior.
He aquí tres de las definiciones sobre 'cubierta' por la RAE. Si bien la 7 es la que mayor relación semántica posee, no menos interesantes son las otras dos, pues matizan de forma pormenorizada la función que ésta puede tener en un edificio o espacio.
En el presente escrito reflexionamos acerca de tan imprescindible elemento en arquitectura y construcción, pues va a definir la relación de nuestro espacio con el cielo, con la luz, la lluvia, y la nieve. Además, como todo elemento perteneciente a la envolvente edificatoria, influirá en la percepción que de ésta tengamos desde el exterior.
La segunda definición es evidente. Pero las otras dos, serán la mecha de la que partimos para desarrollar este tema, aportando ejemplos y casos que ilustrarán lo que queremos transmitir. Y es que, pese a que como decíamos, cubrir los espacios desde que el hombre comenzó a sentir esta necesidad para resguardarse de las inclemencias del severo clima; ha sido menester obligatorio, ésto no siempre se ha realizado de la misma manera.
Con el desarrollo de las posibilidades constructivas, inventos y nuevas tecnologías, se han ido desarrollando nuevas formas de proceder al respecto. Desde las cabañas o iglúes, hasta espectaculares bóvedas en mampostería, o amplísimas cubiertas salvando luces indescriptibles, usando espesores de material ínfimos.
Aparte del ingenio y resolución técnica de problemas que esto supone, veremos en la percepción personal y artística la esencia de cada sistema, y el significado que tiene en cada obra.
Así, vemos que en la Capilla del Hermano Klauss (Peter Zumthor, 2007), aparentemente por el exterior es un prisma perfecto, de líneas regulares y verticales, cubierto por un plano horizontal. Si nos sumergimos en su interior, u observamos sus secciones constructivas, conoceremos la verdadera esencia de la generación de su envolvente, una suerte de volumen cónico pétreo rasgado, que de no ser por el revestimiento exterior, sabemos que constituye su principal armazón. Una especie de cubierta cabañil, esencia última del tipo de espacio interior ahí imperante. Por lo tanto podemos percibir que a esta cubierta, o 'falsa cubierta', es debido el edificio en su totalidad, como génesis volcánica del espacio que moldea. Y que en el contraste de su pesadez llevada a lo largo de sus líneas inclinadas, con la luz lateral que desliza por su paredes, radica la mágica explicación de su atmósfera. La idea de ascensión celestial de su interior, queda neutralizada con sus paredes poligonales al exterior.
En otros casos reconocemos la cubierta de cierto inmueble o instalación, por su peculiaridad formal, constituyendo un hito urbano reconocible en un simple vistazo. Esto ocurre en la antigua estación de autubuses Kamara de Rabat (Marruecos), en la que una pesada (y a la vez ingrávida, ligera) cubierta de hormigón cubre su planta centralizada. Es funcional, marcando las entradas y direcciones de los autocares, pero esta expresión llevada a último término termina por definir una forma final del conjunto que expresa la estrella, un símbolo nacional.
En ocasiones, el uso de materiales vernáculos inteligentemente dispuestos, resulta en composiciones asombrosas, como ocurre en la siguiente edificación tropical resuelta mediante cubierta de paja. Además del uso tradicional y funcional de los materiales disponibles, se llega a una composición tal que adquiere la cubierta la posición de elemento dominante, de carácter pesado a la vez que ligero, liderando la copa del conjunto. La escasa eficacia de un producto en cualidad de materia prima, hace necesaria una gran cantidad del mismo, que acaba por otorgarle presencia y protagonismo.
En latitudes tropicales, la cubierta tiene como misión principal resguardar de las lluvias y monzones. Por lo demás, el aislamiento térmico en estas zonas es apenas relevante, por lo que la cubierta, al contrario que en las anteriores menciones, se limita a ejercer esta función de canalizador de la precipitación, configurándose en una insignificante lámina de poo espesor y sencilla caracterización constructiva. De no ser por las lluvias, podríamos decir que la cubierta apenas sería necesaria, por lo que aquí este elemento toma muy poco protagonismo.
Un protagonismo que en ocasiones es nulo, ya que no todos los edificios o instalaciones han de estar cubiertos. Es el caso del Palacio de Carlos V en la Alhambra de Granada, que en su planta cuadrada, alberga el elemento principal de su composición: un gran patio circular descubierto, al amparo del aire y luz exterior, y de las precipitaciones. Podríamos imaginar este espacio cubierto, como en muchos pabellones de ferias y exposiciones, pero la historia y cultura de la civilización renacentista nos ha dejado este 'vacío' que tantas masas mueve en su interior. Un espacio abierto al cielo, dentro de un volumen exterior que impone todo lo contrario, y que no ve prolongados los espacios abovedados que lo rodean. Un espacio único, en el que la cubierta no ha sido necesaria, más allá de la bóveda celestial.