Por los escolares. Espacios educativos en tiempos de pandemia
Suena la alarma, ¡a despertar!. Toma del desayuno, vestimenta, bien arregladitos y, ¡para el cole! Más de 5 horas fuera de casa y un maldito virus rondando desde el vestíbulo de casa, hasta las aulas compartidas con los compañeros. Es la difícil realidad que deben afrontar los niños para acudir a los centros en los que han de formarse. Y es que si esta penosa situación ya es difícil para la sociedad en general, repercute cruelmente sobre los menores, cuya infancia se ve trastornada respecto a un estado de normalidad.
La situación influye en todos los campos de sus vidas, pero los niños lo notan más en sus colegios, en los lugares donde pasan toda la mañana para afrontar nuevas situaciones y forjar su educación y aprendizaje, lejos de su lazo familiar. En éstas adquieren cierto grado de autonomía, y esto les lleva a progresar en su desarrollo. Pero ya no todo es como antes, y no sólo por la mascarilla, con la que les costará un poco familiarizarse con las facciones de un nuevo compañer@.
En los primeros minutos se debe realizar una serie de acciones obligatorias, de prevención: entrada en fila respetando las distancias, lavado de manos, salvaguarda de la distancia de seguridad en las aulas, desinfección constante afectando a la manipulación de utensilios y en los juegos... En definitiva se siguen haciendo las actividades básicas que vienen al caso pero con esa constante 'molestia', un paso acompañado que suponen las medidas contra la propagación de un virus.
Como es evidente esta situación nos hace reflexionar a los arquitectos, y las preocupaciones van hacia el mantenimiento de unas condiciones adecuadas de salubridad, conforme a las especiales exigencias de estos espacios, más si cabe en una situación tan extraordinaria. La calidad del aire, la amplitud de los espacios, la versatilidad y fácil mantenimiento de los mismos, los recorridos y jerarquías de las estancias, etc. Son aspectos fundamentales cuya funcionalidad debe ser garantizada. La alta ocupación de las instalaciones educativas, hace difícil que siempre se mantenga la distancia de seguridad, por lo que lso espacios deben responder a esta necesidad. Igual importancia tienen los materiales de dichas instalaciones, así como las herramientas que se manipulan, que deben tener un fácil mantenimiento, y evitar el traspaso de manos en la medida de lo posible. La calidad del aire debe ser óptima, garantizando una ventilación que expulsase de inmediato las posibles partículas de virus presentes, usando los tipos de ventilación que nos ofrecen los actuales estándares de la construcción.
Indicando estas consideraciones, es imposible no recordar esos espacios tan sugerentes para los niños que nos ofrecieron arquitectos del Movimiento Moderno como los Smithson o Aldo Van Eyck. Independientemente de las posibles similitudes o contrariedades a la hora de organizar su educación y actividades respecto de los modos actuales, tienen interés como posible referencia. Los ejemplos citados llevaban a una constante búsqueda de espacios amables, relacionados con la naturaleza, donde a cada espacio interior correspondía una parte proporcional exterior. Todo ello con un diseño basado en la creatividad que caracteriza a los pequeños, algo que favorececía esta característica, otorgándoles la libertad que en estos días en parte les falta.
En el caso de Aldo Van Eyck, de las diversas obras infantiles que el holandés materializó, analizamos una de sus obras estrella, el orfanato de Ámsterdam. Un elemento modular (constructivo, formal, dimensional) es repetido en una matriz, dotando al espacio de un organicismo mediante un elemento tan racional como el cuadrado. En cambio en la sección, las cúpulas expresan de forma más directa esta idea de espontaneidad dada por el sinuoso trazado.
Esto lleva a la creación de una serie de espacios interiores y exteriores, 'llenos y vacíos' que acercan el espacio cubierto a la naturaleza. La jerarquía de espacios es clara, clasificándose las zonas en aulas, administración, talleres y espacios polivalentes o vestíbulos. La iluminación de los espacios es esencial, los patios dotan de luz y aire a los lugares más resguardados, y el color también contribuye a diferenciar zonas de forma creativa.
Sin duda es un espacio que, igualmente creado para resolver una necesidad, es interesante para tomarlo como referencia en proyectos de espacios infantiles.
Los Smithson también concibieron algunos proyectos de esta índole. Es el caso de la escuela infantil de Wokingham, donde siguieron desarrollando esa idea continua en su carrera de acercamiento de la arquitectura a la naturaleza, desde el punto de vista de los niños.
En este proyecto, se diferencian varios elementos a nivel estructurante. Por un lado, la idea generatriz del proyecto, son las circulaciones, que adoptan una forma quebrada y concatenada. De similar naturaleza son los caminos, que vienen a converger en el centro del gran patio antesala de la construcción. Las aulas responden a un sistema modular formado por generosas cajas acristaladas, en evidente relación con el entorno circundante. De nuevo observamos una importancia a la relación interior-exterior, una extensión de la mirada más allá de la delimitación del espacio, que no sólo supone una mayor capacidad de captación de luz y aire, sino que contribuye psicológica y físicamente a garantizar esa 'distancia mínima de seguridad'.
Con estos dos ejemplos se pretende abrir un debate de reflexión arquitectónica para resolver cuestiones de cara a la seguridad en la actividad docente de los niños.
Parece sensato que sea muy recomendable que las actividades se distribuyan en espacios con una jerarquía establecida, con grupos más o menos reducidos, haciendo un análisis del riesgo de cada actividad. Igualmente, será de ayuda que las mismas se realicen en lugares bien iluminados, con una ventilación garantizada y con espacios exteriores próximos, que faciliten la misma. En este sentido, los patios, los espacios 'vacíos', susceptibles de corrientes de aire facilitarán las renovaciones de aire. El mobiliario responderá a la función y ergonomía, adaptándose a las nuevas necesidades derivadas, y debe facilitarse su mantenimiento.
Reflexiones de esta índole ocuparán parte del proceso de diseño de espacios en general, y de centros educativos en particular, garantizando que los escolares acudan a centros seguros, y minimizando los posibles daños o inseguridades a las familias.
A todos los arquitect@s y la sociedad en general. Una breve reflexión motivada por un sentimiento hacia las necesidades de una parte vulnerable de la población, y que a todos nos afecta. Gracias por su atención.
J.M.